20 de junio de 2023

Mi experiencia con el Yoga (la segunda)

Cuando comenzaron la pandemia y la cuarentena en 2020, tuve que dejar de ir a mis sesiones de rehabilitación (FKT) diarias. Como estoy en grupo de riesgo por estar inmunodeprimida, estuve bastante tiempo sin poder retomarlas, y saliendo de mi casa solo lo indispensable.

Luego tuve problemas personales, problemas de salud, y cuando finalmente regresé al centro de rehabilitación a retomar mis sesiones de FKT, había perdido 10kg, el escaso tono muscular que en algún momento había tenido, y en especial mis hombros (inestables y con daños permanentes), mi columna (con casi todas las vértebras con hernias de disco), mi tobillo izquierdo, mi rodilla derecha y mis caderas (también con daños permanentes e inestables), y mis muñecas, con los fibrocartílagos triangulares rotos y sanados al estilo SED, o sea, mal, más las tendinitis en varios tendones, me mortificaban a diario.

Las sesiones de FKT se centraron en disminuir el dolor en mis zonas más críticas, porque me era imposible hacer ejercicios, por más leves que fueran. El dolor se disparaba a la estratósfera si me movía, empeorando el cuadro general. 
Muy lentamente fui logrando mejorar un poco en rehabilitación, y (recién hace unos nueve meses) decidí retomar Pilates. Por desgracia, resultó demasiado duro para mi cuerpo tan débil. A esto le sumé que me cambiaron de profesor, y el que me tocó no tuvo en cuenta mi estado calamitoso. Terminaba las clases con tanto dolor (algo que no me había pasado cuando iba a Pilates antes de la pandemia), que tuve que abandonarlas.

Después de dudar mucho, decidí probar con Yoga, dos veces por semana. La única vez que había ido a Yoga fue cuando había estado embarazada (hace ya más de 30 años), y había tenido que dejar las clases, porque me enredaba sobre mí misma, no podía hacer ni una sola postura y me tentaba de la risa.

Esta vez me tocó una profesora que recién estaba armando un grupo de alumnos, con lo cual comenzamos casi desde cero. No sé casi nada sobre Yoga, aunque sí que hay diferentes “escuelas”. No sé a cuál pertenece la profesora, pero las clases al principio resultaron bastante tolerables para mi cuerpo. Le llevé a la profesora este artículo sobre Yoga para personas con SED/hiperlaxitud, escrito por una profesora que además tiene SED: Algunos consejos para enseñarles Yoga las personas son Síndrome de Ehlers-Danlos/Síndrome de Hiperlaxitud, y me aseguró que lo leería. Sinceramente, no sé si lo hizo, pero conocía la hiperlaxitud, así que, en determinadas posturas, me decía que las modificara para no sobreextender mis articulaciones.

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