En el
Síndrome de Ehlers-Danlos (SED) los tejidos corporales son frágiles, laxos y débiles, y propensos a distenderse y lesionarse. No es de extrañar entonces que los sistemas urinario y genital presenten problemas relacionados con estas características.
En las mujeres hiperlaxas y/o con SED, los ligamentos de sostén del útero y otros tejidos de la pelvis pueden ser laxos y débiles, y esto aumenta el riesgo de prolapso uterino (cuando el útero “se desliza” y presiona la vejiga), de cistocele (cuando el tejido de sostén entre la vejiga y la pared vaginal se debilita y se estira, permitiendo que la vejiga sobresalga en la vagina) y de rectocele (cuando el extremo del intestino grueso (recto) presiona contra la pared posterior de la vagina y la desplaza). También es más frecuente que las mujeres hiperlaxas tengamos vulvodinia (molestia o dolor crónico en la zona de la vulva).
La elasticidad y fragilidad de las paredes de la vagina, y la debilidad de los músculos de sostén de la pelvis también pueden ocasionar dolor durante las relaciones sexuales, y contribuir a la aparición de incontinencia urinaria y de cistitis intersticial (que produce micción frecuente y muchas veces dolorosa, y a menudo provoca dolor pélvico difuso).
La constipación crónica (frecuente en personas con SED que utilizamos ciertas drogas, como por ejemplo los opioides) también puede afectar el funcionamiento de la vejiga. La inestabilidad neuromuscular de la pared de la vejiga y el mal control de los músculos del esfínter pueden ocasionar la necesidad urgente y repentina de orinar (llamada “vejiga hiperactiva”).
Aunque
algunos estudios han encontrado una prevalencia relativamente alta de endometriosis (cuando el tejido que normalmente recubre el útero crece en alguna otra parte, como en los ovarios, detrás del útero, o en el intestino o la vejiga)
en mujeres con SED (por ejemplo
este),
otros estudios realizados específicamente en el SED hiperlaxo no confirmaron este hallazgo (por ejemplo
este).
Hiperlaxitud y hormonas