El Síndrome de Ehlers-Danlos (SED), en especial el tipo más frecuente, el SED hiperlaxo, se asocia a dolor, de diferentes tipos. Entre ellos, es frecuente que -tarde o temprano- las personas afectadas desarrollemos el llamado dolor miofascial, que es un tipo de dolor relacionado con la fascia de los músculos.
¿Qué es la fascia?
Según explica la Sociedad de Investigación de la Fascia, la fascia es una cubierta, lámina o cualquier otra agregación de tejido conectivo que se puede diseccionar, que se forma debajo de la piel para sujetar, encerrar y separar músculos y otros órganos internos.
El sistema fascial consiste en un continuo tridimensional de tejido conectivo blando que contiene colágeno, flojo y denso, que se extiende por el cuerpo. Incorpora elementos como tejido adiposo, cubiertas adventicias (las capas más externas de los vasos sanguíneos) y neurovasculares, las fascias superficiales y profundas, el epineurio (la capa más externa de tejido que recubre los nervios), las cápsulas articulares, los ligamentos, las membranas, las meninges, las expansiones miofasciales, el periósteo, los retináculos, los septos, los tendones, la fascia visceral y todos los tejidos conectivos intra e intermusculares.
El sistema fascial rodea, se entrecruza e interpenetra todos los órganos, músculos, huesos y fibras nerviosas, dándole al cuerpo estructura funcional y brindándole un ambiente que le permite a todos los sistemas corporales operar de manera organizada.
El movimiento normal del cuerpo es posible debido a la presencia de los tejidos fasciales y a su inseparable interconexión, que permiten el deslizamiento de la estructura muscular, el deslizamiento de los nervios y vasos sanguíneos entre los campos contráctiles y las articulaciones, y la capacidad de todos los órganos para deslizarse y moverse entre sí según la influencia de la posición del cuerpo.
Una de las características fundamentales de la fascia es la capacidad de adaptarse al estrés mecánico, remodelando la estructura celular/el tejido y reflejando la necesidad funcional del entorno donde se encuentra el tejido. Por ejemplo, la fascia plantar en el pie adopta un modelo mecánico conocido como "mecanismo de molinete" (mecanismo de windlass) con el fin de proporcionar un soporte dinámico para el arco longitudinal medio, mientras que la extremidad pasa de la fase de contacto del talón a la fase de desacoplamiento de la articulación de los dedos del pie en el ciclo de la marcha.
El continuo fascial permite la correcta distribución de la información de la tensión producida por los diferentes tejidos cubiertos o soportados por la fascia, para que todo el sistema corporal pueda interactuar en tiempo real.