Algunas personas con Síndrome de Ehlers-Danlos (SED) estamos habituadas a manejar solas nuestros problemas de salud; por ejemplo, tomar turnos con los médicos, acudir a las consultas, pedir recetas de medicamentos, acercarnos a las farmacias a comprarlos, asistir regularmente a sesiones de fisio-kinesioterapia/terapia ocupacional u otros tipos de terapia, hacernos análisis, estudios, someternos a cirugías, y a lidiar con la burocracia del sistema de salud, que pareciera estar diseñado para complicarnos la vida y mantenernos entretenidos yendo y viniendo, sellando papeles, redactando notas, y rebotando sistemáticamente ante inexorable falta de algún sello, papel o nota.
Otras personas con SED tienen niveles de afección que hacen que dependan de familiares, ya sea de sus padres, hijos adultos o de otros miembros de sus familias, o de amigos, para algunas, o para todas estas cuestiones.
Muchas personas con SED (las del segundo grupo y las del primero) también estamos habituadas a permanecer en casa durante períodos más o menos largos de tiempo; ya sea debido a esta enfermedad (por ejemplo, por lesiones articulares, cirugías, problemas gastrointestinales, Disautonomía y un largo etcétera), o porque además padecemos otras enfermedades, asociadas o no al SED.
Algunos de nosotros somos verdaderos expertos en planificar las escasas salidas que hacemos, para aprovecharlas al máximo, optimizando el tiempo invertido, y en programar nuestro tiempo en casa para no terminar extenuados, con una crisis de dolor... o fuera de nuestros cabales.