11 de junio de 2018

La historia de Bertrand y su enfermedad rara

Esta es la historia del descubrimiento de una nueva enfermedad poco frecuente. Pero también es un ejemplo de amor, tenacidad, ingenio, inspiración, estrategia, trabajo conjunto entre profesionales de la salud, pacientes y sus familias, y también de algo llamado “medicina de precisión”. 
Si te preguntás qué tiene que ver esto con el Síndrome de Ehlers-Danlos (SED), te invito a leer la historia de Bertrand Might y la deficiencia de NGLY1: 

Cuando Bertrand nació, tenía síntomas inusuales, que desconcertaron y frustraron a los médicos. Durante 4 años no tuvo diagnóstico. Finalmente, se descubrió que era el primer paciente con “deficiencia de NGLY1”, una enfermedad que nunca había sido documentada en ninguna parte del mundo. No había ningún paciente conocido, y por supuesto, no había tratamientos.

Los padres de Bertrand, Matt y Cristina Might, estaban solos. Nadie sabía absolutamente nada sobre la enfermedad. La pareja tiene 2 hijos más, y lógicamente, nadie ni nada te prepara para algo como esto. 

Créditos de la imagen: https://rareundiagnosed.org/bertrand-n-glycanase-deficiency-ngly1/
Al principio, Bertrand tenía muchas convulsiones por día y gritaba todo el tiempo. Si se dormía, lo hacía durante 1 hora y media o dos y se despertaba gritando. 

El diagnóstico inicial de Bertrand fue ataxia-telangiectasia, un trastorno del movimiento que luego fue descartado luego de una enorme cantidad de estudios. Meses después, los médicos finalmente concluyeron que el niño muy probablemente tenía un trastorno metabólico; uno de los más de 700 errores innatos del metabolismo. Esto significaba que le faltaba o tenía una falla en una enzima, (cuya función es romper y remover los componentes tóxicos de su cuerpo, o producir energía dentro de las células). ¿Pero qué enzima era? 

Su padre Matt pensaba: “Vamos a hacer todo lo posible por ayudarlo, y cuando eso se agote, vamos a hacer lo imposible”. Y la ciencia es hacia donde te dirigís cuando tenés que hacer lo imposible. 

Cuando Bertrand tenía 15 meses, hubo un adelanto: se encontraron oligosacáridos (moléculas de azúcar) en su orina. Luego de una serie de análisis de sangre, sus padres lograron reducir la lista de enfermedades posibles a 18 extremadamente raras, pero la mayoría eran fatales, o en el mejor de los casos, acortaban la esperanza de vida. Entonces conocieron a la Dra. Vandana Shashi, de la Universidad de Duke, y comenzaron a trabajar con su equipo de genetistas. 

Cuando Bertrand tenía 3 años, la familia se inscribió en un pequeño estudio piloto, utilizando la secuenciación genómica completa, junto a otras 11 familias cuyos niños también tenían alguna enfermedad sin diagnóstico. Al momento del estudio, los síntomas de Bertrand eran retrasos en el desarrollo, epilepsia multifocal, movimientos involuntarios, funcionamiento anormal del hígado y ausencia de lágrimas. Sus padres estaban llegando al límite de su paciencia, exhaustos de tantas pruebas y estudios inútiles. ¿El estudio sería revelador? 

Cuando Bertrand tenía 4 años y medio, un llamado de la Universidad de Duke dijo que estaban los resultados del estudio exómico, y que tenían una respuesta – el gen NGLY1 podría ser la causa. Este era un descubrimiento que cambiaba todo, porque ese gen nunca se había relacionado con ninguna enfermedad. 

El hallazgo de la mutación que ocasionaba la enfermedad fue un paso importantísimo, pero para encontrar tratamientos, era necesario hacer más investigaciones. Y para eso, se necesitaban más pacientes. A Matt le dijeron que eso podía llevar décadas. 

Entonces, él intentó aplicar una opción no convencional: escribió una entrada en un blog, diseñada cuidadosamente para que: 
  1. Se volviera viral, y 
  2. Apareciera rápidamente en los resultados de búsquedas en Internet, de tal manera que si había otros padres por allí buscando el mismo tipo de síntomas, encontraran esa página y encontraran a la familia Might. 
La entrada del bolg fue esta: Hunting down my son´s killer

Además de esa entrada en el blog, Matt usó las redes sociales de manera tal de incluir palabras clave y términos de búsqueda que otras familias utilizarían para identificar los síntomas de la enfermedad. Y gracias a eso, en dos semanas identificaron a la siguiente paciente con deficiencia en NGLY1: Grace Wilsey. 

Para ese entonces, este gen había despertado interés, y se realizó otro estudio con 8 pacientes con NGLY1, incluyendo a Bertrand y Grace. 
Cuando el estudio se publicó en la revista científica Genetics in Medicine, los Might y los Wilsey escribieron un comentario (en un suplemento de acceso abierto) desde la perspectiva de los padres, que acompañó el artículo. El comentario comenzaba con: “Las familias de los chicos con enfermedades genéticas graves a menudo transitan una odisea diagnóstica, yendo de gen en gen, con la esperanza de encontrar una explicación para la enfermedad”. 

En esta enfermedad, entraron en juego las nuevas técnicas que existen para realizar estudios genéticos (en este caso, la secuenciación del exoma), que son específicas, y hacen que el trabajo sea más barato, más rápido y requiera menos esfuerzo. 
La combinación de estas nuevas técnicas y la participación a través de las redes sociales, crea un nuevo modelo, en el que, como explican Matt Might y Matt Wilsey (el padre de Garce): “Las familias, los pacientes y los científicos trabajan juntos para encontrar nuevos pacientes, para confirmar o refutar hipótesis, para intercambiar información clínica, mejorar los métodos de colaboración y apoyar la investigación hacia la comprensión de las enfermedades y su tratamiento”. Este abordaje es la verdadera ola del futuro en el diagnóstico médico de las enfermedades genéticas raras. 

En cuanto al tratamiento, Matt Might hace hincapié en la llamada “medicina de precisión”, que implica darle la droga adecuada, al paciente adecuado, en el momento adecuado. Es un abordaje mucho más personalizado, y la clave es la readaptación de drogas; es decir, probar drogas existentes aprobadas por los organismos de control (en EEU, la FDA) para enfermedades raras, junto con el desarrollo de algunas nuevas. 

“En sentido estricto, no se aleja demasiado del objetivo de la medicina personalizada, la que trata de ajustar el medicamento adecuado en la dosis precisa a un paciente concreto. Le añade un nombre y apellidos y también un perfil genético. En los casos más sofisticados, la información acerca del estilo de vida, el género o el origen étnico, entre otros factores, completan lo que sería el retrato de mayor resolución con el que podría contar la práctica médica de un futuro no muy lejano.” 
A través de este abordaje, Bertrand y otros pacientes afectados por NGLY1 fueron recibiendo diferentes tratamientos farmacológicos, basados en la investigación de sus síntomas, en sus posibles causas, en las drogas disponibles para tratarlos, y en la utilización de drogas inicialmente utilizadas para otros problemas de salud. 

Matt Might explica que gracias al nuevo modelo de trabajo entre médicos, pacientes y sus familias “fuimos capaces de financiar un post doctorado en el laboratorio del Dr. Hudson Freeze en el Instituto de Investigaciones Médicas Sanford Burnham, para hacer investigación básica sobre la comprensión de la glicobiología de la deficiencia NGLY1, y otra familia con NGLY1 está financiando una red internacional de investigadores que evalúan diferentes abordajes para intentar resolver este problema”
Los Institutos Nacionales para la Salud (NIH) también están desarrollando un estudio masivo de todos los pacientes conocidos con NGLY1 para comprender mejor la enfermedad, así como el rol y la naturaleza de la proteína NGLY1 en sí misma. 

Además de este estudio, mucha investigación fue posible gracias al financiamiento colectivo. El financiamiento colectivo es la práctica de financiar un proyecto o emprendimiento reuniendo pequeñas cantidades de dinero a través de una enorme cantidad de gente, típicamente vía Internet. 
Matt dice que junto con la familia Wilsey “hemos sido capaces de apoyar al laboratorio del Dr. Hudson Freeze, en parte gracias a las ventas de mi Guía Ilustrada para el Doctorado. Y nuestros amigos y familia nos han ayudado apoyando la parte más grande del esfuerzo de la investigación”. 

Una de las imágenes de la Guía Ilustrada para el Doctorado

Desde el diagnóstico de Bertrand, la vida de Matt ha cambiado a tal punto, que está dirigiendo el Instituto de Medicina de Precisión en la Univ. de Alabama. Él espera mejorar la aplicación y las técnicas de la medicina de precisión para todas las enfermedades. Matt también integra el comité directivo de la Fundación de Deficiencia en NGLY1.  

Matt y su esposa Cristina ayudaron a identificar a más de 60 pacientes con deficiencia en NGLY1, ninguno de los cuales hubiera sido diagnosticado sin su trabajo. Y quizás tan importante como eso, son parte de una enorme comunidad de expertos. 
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Como decía al principio, esta historia no trata solamente del descubrimiento de una nueva enfermedad poco frecuente, sino que encierra muchísimas cosas para pensar y aprender.

Hace unos años se hacía viral el Desafío del Balde de Agua Helada, destinado a recaudar fondos para investigar la Esclerosis Lateral Amiotrófica. Fue tan exitoso, que no solo se recaudaron millones de dólares, sino que la ELA estuvo en boca de todos durante mucho tiempo. 
Cada comunidad de afectados por cualquier enfermedad poco frecuente vio con un poco de sana envidia aquel fenómeno viral y se preguntó si esto no podría lograrse con la suya. Esto lamentablemente no ocurrió hasta el momento.

La historia de la deficiencia de NGLY1 es otra de esas que inspiran, que despiertan admiración, que nos hacen preguntarnos ¿alguien más podrá lograr tamaña proeza? Ponerle nombre a una enfermedad de baja prevalencia, conectar familias en extremos opuestos del planeta, crear comunidades de pacientes primero, equipos de pacientes, sus familias e investigadores después, financiar estudios, avanzar en el conocimiento, mientras se buscan –y encuentran- posibles tratamientos. 

Es sumamente frecuente que las personas afectadas por cualquier tipo de SED tengan que esforzarse muchísimo por encontrar información, profesionales médicos con conocimiento, opciones de tratamiento, etc. Esto se agrava enormemente si padecen un tipo de SED que no sea el hiperlaxo (por lejos, el más frecuente de los 13 tipos actuales). 
Y esto sucede incluso ahora, que existe una Sociedad Internacional de los SEDs, conformada por pacientes expertos y especialistas. 
En todas partes del mundo es sumamente complejo padecer esta enfermedad; lo sé, porque han contactado conmigo y he conocido a través de grupos y foros a personas de muchísimos países, incluyendo EEUU, donde está la sede de esta Sociedad Internacional, y al menos para ellas, la situación no es mejor de la que tenemos en Latinoamérica. Tener acceso a los especialistas es una odisea; conseguir respuestas sobre diagnóstico y tratamiento de problemas específicos parece quedar relegado a los grupos y foros de apoyo a pacientes. 

Y aunque las comparaciones son odiosas, como afectada por SED me pregunto por qué no podemos hacer aunque sea una milésima parte de lo que han logrado Matt Might y todo el equipo que ahora lo acompaña. 
Pienso que, aunque claramente esto ayuda, muy en el fondo, no se trata tanto de tener un doctorado en lo que sea, ni de ser profesor universitario, sino más bien de encontrar la manera de unirnos y luchar juntos para obtener lo que necesitamos y merecemos como personas afectadas por una enfermedad que continúa siendo desconocida, minimizada y en muchos casos ignorada.

Ale Guasp

Fuentes de información:

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